Tercera Semana (Innovar-educar / educar-innovar)

Varios han sido los compañeros que han mencionado que educar va más allá de usar tecnologías, pero analizando el texto de Martín-Gordillo y Castro-Martínez, encontré una frase que me parece que engloba de mucho mejor manera aquel la idea de que innovar trasciende a aquello que consideramos como novedoso o de moda

la innovación no es solo un medio educativo, sino quizá el fin principal
de la educación.

Ahora reflexionando, respecto a ella creo que tiene una gran validez, ya que logra dar en clavo con muchas de las dimensiones que estructuran una verdadera educación, ya que el innovar implica buscar soluciones a los problemas de los alumnos, buscar formas en que su diversidad pueda ser articulada en su propio proceso de enseñanza, en indagar nuevas formas que puedan responder a sus intereses y ofrecer una experiencia que les ayude a desarrollarse. Es decir a aquello que realmente significa educar.

Sin embargo, aquello que me llevó a quedarme mucho más tiempo pensando sobre las palabras que implica esta sencilla frase, es el hecho de que el desarrollo del proyecto en todas sus etapas realmente me ha permitido clarificar mucho del como poder educar, más allá de ciertas percepciones e instintos que podía aplicar para responde a los desafíos en el aula. De hecho, puedo decir que este proceso, que hemos seguido con los compañeros, me ha permitido sentir que ser un mejor maestro no es algo tan nebuloso, clarificando mucho de lo que hasta este punto me generaba dudas y recelos al momento usar alguna herramienta nueva. Por lo que creo que realmente, la equivalencia de educar es innovar, esta más que justificada.

Segunda Semana (Inmediatez y educación)

Al pensar en los retos que plantea la educación, y en el propio problema de partida del proyecto, uno tiende a juzgar el comportamiento de los alumnos desde sesgos y condicionamientos que difícilmente apreciamos. Leyendo el texto sobre la modernidad líquida, pude darme cuenta de la manera en que las tendencias de actuación de los alumnos que achacamos a una flojera o vaguería, y no dimensionamos adecuadamente debido a su falta de interés por los contenidos, es en realidad un signo que expresa las características de este, su tiempo. La mayoría de ellos nativos digitales, que han utilizado tecnología desde corta edad y que tienen una forma de comunicarse instantánea, un mundo de estímulos de corta duración, que ha estructurado su comportamiento y su forma de ver y responder al mundo. Frente a ellos, los docentes, en mi caso un consumidor de información y usuario de redes sociales pero que se insertó en el mundo digital apenas a sus 18 años, y que en buena medida tiene una forma de enseñar que se ha estructurado a partir de las impresiones y recuerdos de un mundo del que queda poco, de una modernidad más sólida y delineada, que me descoloca en los momentos en que el proceso de enseñanza se vuelve más complejo.

Ante ese contraste, el proceso de ideación se ha vuelto un ejercicio de autoanálisis esencialmente, donde se ha tenido que aparcar esa idea de estudiante establecida en el pasado, y pensar en clave de lo que podría ayudar a mis estudiantes de hoy, como llegar a captar su atención frente a un mundo de múltiples estímulos, y que aprendan algo en el camino. De manera que esta etapa, más que un buscar lo que dice la literatura que es lo mejor, ha pasado en buena medida por un cuestionamiento sobre que podría hacerles que disfruten ese tiempo en el aula, y no que lo vean como un tiempo dilatado, estéril y monótono entre el video que vieron antes de llegar al colegio y los que verán luego del próximo toque del timbre.

Primera semana (Un cambio de enfoque)

El inicio de esta materia ha representado un reto para mí y para mi grupo, ya que el desarrollo de proyectos siempre se me ha dificultado, especialmente en los pasos de arranque. Sin embargo, he de decir que con mi grupo hemos trabajo para orientar mejor las primeras reflexiones, así hemos buscado pasar de la perspectiva de docentes a la perspectiva del alumno para plantear el primer punto de arranque.

Por ello, más que enfocarnos en la problemática de los alumnos que no retienen los conceptos, lo hemos hecho hacia una pregunta que a todos nosotros alguna vez nos han hecho los alumnos en clase “¿para qué aprendemos esto?”. De manera que nuestro punto de partida es preguntarnos ¿por qué lo que aprenden los estudiantes nos es significativo para ellos? ¿por qué no es algo importante?

Esperamos andar por buen camino, aunque todavía tenemos varias dudas que esperamos poder solventar en las tutorías, para poder levantar la información